¿Qué lugar queda para el inconsciente en tiempos de algoritmos?

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¿Qué lugar queda para el inconsciente en tiempos de algoritmos?

En un mundo cada vez más gobernado por los datos, los algoritmos y la inteligencia artificial, el sujeto parece diluirse entre métricas y patrones de comportamiento. Las tecnologías digitales prometen conocer nuestros gustos, anticipar nuestras decisiones y optimizar nuestras vidas. Sin embargo, en espacios de consulta psicológica online especializada seguimos viendo que lo humano no se reduce a la previsibilidad estadística: el inconsciente sigue hablando, incluso —o sobre todo— en la era del algoritmo.

Inconsciente hoy: cómo se expresa en la era digital

El inconsciente no pertenece al pasado, ni desaparece porque el lenguaje se haya trasladado a pantallas y dispositivos. Se reconfigura. En la era digital, se expresa en los lapsus del chat, en los silencios de una videollamada, en la elección de una imagen de perfil o en la forma de escribir un mensaje. Cada gesto digital es también una forma de inscripción simbólica, una puesta en escena del deseo y de la falta, algo que trabajamos en nuestra psicología online de orientación psicoanalítica.

Desde nuestra orientación clínica psicoanalítica, entendemos que mientras los algoritmos buscan patrones y coherencia, el inconsciente introduce lo imprevisible, lo que no encaja, lo que se escapa al cálculo. Esa brecha —entre el dato y el deseo— sigue siendo el lugar de la subjetividad, y en los procesos de ayuda psicológica online se convierte en un espacio privilegiado para pensar qué le ocurre a cada persona con su modo singular de habitar lo digital.

 

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¿Qué hace un algoritmo? Predicción estadística frente a sentido subjetivo

algoritmo compatible inconscienteUn algoritmo no “piensa”: calcula. Su lógica se basa en la probabilidad, no en el sentido. A partir de grandes volúmenes de datos, predice lo que probablemente harás, sentirás o elegirás. Pero lo humano no se deja reducir a una media. Lo singular, lo contradictorio, lo que no tiene explicación racional, constituye precisamente la materia del inconsciente. De todo ello hablamos con más detalle en algunos de los artículos de nuestro blog de psicología online, donde exploramos cómo se cruzan la subjetividad y la tecnología.

Frente a la automatización de decisiones, la escucha psicoanalítica defiende el valor del equívoco, del lapsus y del malentendido. Allí donde el algoritmo busca eliminar el error, el inconsciente lo transforma en vía de acceso al sentido. Por eso, en tiempos de predicción y control, el trabajo clínico mantiene su apuesta por lo incierto y por la palabra que no se deja programar.

Riesgos clínicos: sesgos, hiperdiagnóstico y pérdida de matiz

El uso creciente de herramientas digitales en salud mental plantea nuevos riesgos. Los sesgos algorítmicos —derivados de los datos con los que se entrenan los sistemas— pueden reproducir inequidades y estigmas sin que nadie lo advierta. Además, la tendencia al hiperdiagnóstico y la clasificación automática tiende a homogeneizar lo singular, borrando matices esenciales para la escucha clínica. Algo similar ocurre cuando se intenta responder con recetas rápidas a temas complejos, como los que abordamos en el artículo cómo aumentar la autoestima y la confianza en uno mismo.

Cuando la subjetividad se traduce en datos, se corre el riesgo de reducir la complejidad psíquica a un conjunto de indicadores. Y con ello, se pierde algo del orden del símbolo y el significado, es decir, aquello que hace posible que una persona se escuche y se transforme. La llamada “privacidad psíquica” —ese espacio interno donde el sujeto se interroga— se ve amenazada por la lógica de la transparencia digital, algo que también se pone en juego en situaciones de gran vulnerabilidad, como las que se describen al hablar de la depresión posparto y cómo combatirla.

Humano + algoritmo: cuándo suma y cuándo interfiere en terapia online

No se trata de rechazar la tecnología, sino de situarla. En la clínica actual, los algoritmos pueden ser aliados útiles: facilitan el acceso a la atención, permiten detectar señales de malestar y acercan la psicoterapia online a quienes de otro modo no la buscarían. Pero el riesgo aparece cuando se confunde la herramienta con el vínculo, o cuando se espera que una aplicación resuelva sufrimientos que requieren un trabajo de palabra y de tiempo, como puede suceder en procesos tan delicados como superar una infidelidad de pareja.

En la transferencia en entornos online, la presencia del terapeuta —aun mediada por la pantalla— sigue siendo insustituible. Lo que cura no es el dispositivo técnico, sino el encuentro simbólico. Cuando el algoritmo intenta anticipar la palabra del paciente o automatizar la interpretación, se desactiva la dimensión del deseo y se debilita la experiencia subjetiva.

El desafío, entonces, no es elegir entre lo humano o lo técnico, sino sostener la diferencia. El algoritmo puede asistir; el inconsciente, en cambio, solo se revela en la palabra, en la relación, en el vacío que ninguna inteligencia artificial puede rellenar.

Buenas prácticas para integrar tecnología sin silenciar el inconsciente

Orientaciones clínicas para una terapia online con tecnología responsable

La clínica contemporánea requiere una ética del uso tecnológico. Algunas orientaciones posibles para quienes trabajan o consultan en terapia online podrían ser:

  • Usar herramientas digitales sin delegar en ellas la escucha ni la decisión clínica.
  • Preservar la privacidad psíquica, evitando la exposición innecesaria de datos sensibles.
  • Recordar que el lenguaje simbólico —no el algoritmo— sigue siendo el medio por el que el sujeto se constituye.
  • Favorecer el pensamiento crítico frente al discurso tecnológico dominante.
  • Acompañar al paciente a leer el sentido de su relación con lo digital, no solo su uso práctico.

La psicoterapia psicoanalítica online no se opone a la tecnología, pero advierte sobre sus efectos en la subjetividad. En tiempos de algoritmos, conservar un lugar para el inconsciente es también una forma de resistencia: una apuesta por lo que no puede calcularse, por lo que aún escapa al dato y mantiene viva la pregunta por el sentido.